martes, 28 de enero de 2014

EMPUSA PENNATA (MANTIS PALO)

Se trata de una curiosísima especie, de muy difícil observación por motivos evidentes. Tanto es así que sólo he podido realizar ésta en cuatro ocasiones durante los últimos 32 años:

La primera vez que la vi, la describí, y la dibujé, fue en enero de 1.982. Aquí podéis ver la anotación en mi primer cuaderno de campo:


Tuvieron que transcurrir exactamente 15 años para que volviera a encontrarme con otra, concretamente en 1.997, año afortunado porque puede disfrutar de su observación en dos ocasiones, la primera en enero y la segunda en octubre.

Finalmente, durante el pasado 14 de enero de 2.014, fecha de nuestro siguiente encuentro casi 17 años después, pude también fotografiarla:







Después de ilustrar sus antecedentes, quedan por explicar los aspectos taxonómicos y descriptivos:

En primer lugar, como tal vez ya habréis notado, tiene cierto parentesco con la conocida mantis religiosa, ya que comparten el mismo orden filogenético, el de los mantodeos, pero ahí termina su aproximación ya que se clasifican en distintas familias. Nuestro protagonista es un empúsido.

Todos los especímenes mencionados son ninfas, forma larvaria bajo la que pasan estos insectos los meses fríos, que son los únicos en que yo he podido observarlos, antes de desarrollar alas y convertirse en adultos, doblando sobradamente su tamaño.

Como ya he mencionado en el texto reproducido más arriba, tiene unos 3 cm de longitud (la ninfa), y se asemeja enormemente tanto en forma como en color a unos palillos secos, incluso su abdomen está enrollado hacía arriba simulando una hoja de cardo, también seca. Tal es su mimetismo que incluso una vez descubierta es difícil dilucidar donde se encuentra la cabeza, dado que su estrategia postural la lleva a confundirla con las patas delanteras, raptoras, ya que estamos ante un insecto depredador.

Si se siente descubierta, su principal estrategia consiste en girarse, sirviéndose de algún movimiento brusco, tratando de dar siempre su “mejor” cara al desafiante observador. Por otra parte su inactividad en estas fechas la lleva a pasar horas, hasta donde yo he podido constatar, exactamente en la misma ubicación.

Finalmente y refiriéndome a este último asunto he de indicar que en todas éstas ocasiones su entorno estaba formado por áreas más o menos abiertas de monte mediterráneo y prados de la sierra de Córdoba, llegando incluso a zonas limítrofes de nuestra ciudad.